¿QUE HACER CUANDO DESCUBRO QUE UN HIJO CONSUME SUSTANCIAS PSICOACTIVAS?La aparición de la adicción en el hijo no sucede de la noche a la mañana. Es todo un proceso, un malestar que venía germinando dentro del joven tiempo atrás y encuentra una "solución" en el consumo de la sustancia. Recordemos que ese "malestar" puede ser debido a muchas causas de orden biopsicosocioespiritual y que en el momento en que nos demos cuenta que el hijo consume psicoactivos, no es adecuado lanzar recriminaciones al cónyuge ni a la sociedad. Es necesario responder y esto quiere decir actuar.
A. NO NIEGUE EL PROBLEMA
La primera reacción de la familia al saber que el hijo consume sustancias psicoactivas es negar. Es difícil aceptar esa realidad. El orgullo, la vergüenza, el enojo no permiten un mínimo de objetividad al principio: "Los hijos del vecino podrán tener dificultades de esa clase, pero mi hijo no; él no es como los otros".
Superada esta fase de la "negación", la familia comenzará a asimilar los siguientes planteamientos:
a) Resolver un problema de adicción implica tiempo. No es tan fácil como solucionar un dolor de dientes. El tratamiento es un trabajo largo donde hay que poner mucho empeño y paciencia. Los mejores resultados (después de terminada la terapia se ha hecho seguimiento por dos arios), duran entre dos y cuatro años. Hay que desconfiar de propuestas "especiales" que prometen resolver el problema en poco tiempo.
b) Trate de preguntarse: ¿Qué tanto conozco a mi hijo? Comience a observarlo con otros ojos, con la atención del que quiere descubrir, comprender profundamente a la persona con quien vive, dándose la opción de que el hijo puede ser muy diferente a como usted lo había imaginado8.
c) Afronte la situación con su hijo, decididamente, sin miedo, para lograr sacar al máximo la verdad, sabiendo que seguramente él continuará mintiendo. No olvide que generalmente en la primera fase, la característica del adicto es la negación como se explicó anteriormente.
d) Busque una reorganización de la vida diaria del hijo, sus horarios, sus ocupaciones, tratando de aumentar la participación en la vida de familia.
e) Revolucione la dinámica familiar a partir del "descubrimiento" de un miembro con dificultades adictivas. Es necesario buscar una unión en las actividades diarias: trabajos, recreación. Comienza una etapa donde la familia debe participar en reuniones con otras familias que tienen el mismo problema. Es aquí donde pueden funcionar los grupos de "autoayuda" de Alcohólicos Anónimos, famosos y adoptados por otras organizaciones. La terapia familiar "paralela", integrada con la guía de un profesional especializado en adicciones, también es importante en todo el tratamiento.
Hay un lema que se utiliza mucho en las comunidades terapéuticas y que sirve para la familia y para el adicto: "Sólo tú lo puedes hacer, pero no lo puedes hacer solo". El adicto, poco a poco va aprendiendo que es importante "su" participación en el tratamiento, que él tiene fuerzas para cambiar "su" vida, pero el tratamiento no lo puede hacer "solo". Debe estar junto a otros compañeros en recuperación, con los cuales va a crecer integralmente. Lo mismo vale para las familias: es necesario que conozcan las experiencias de otras personas que han pasado o están pasando por dificultades semejantes.
f) Verifique las afirmaciones o declaraciones del hijo: la persona adicta tiende a la mitomanía, por tanto, las mentiras forman parte determinante de su conducta.
g) Disponga un programa de control del manejo del dinero. ¿Cómo gasta la plata?
h) Infórmese sobre las compañías que frecuenta el hijo. ¿Quiénes son? ¿Qué negocios tienen con él?
i) Comience ahora la lucha más fuerte: es importante soportar con paciencia y firmeza la tenaz insistencia del hijo que juzgará absurdo todo lo que suene a terapia, tratamiento, consejería. El buscará huir del control, amenazará con represalias, intentará chantajes, tratará de hacer pelear a la mamá y al papá, a los hermanos entre sí, formará alianzas con otros familiares (tíos, abuelos), para sabotear la firmeza de la familia.
Los mejores pronósticos de recuperación, de acuerdo a muchas investigaciones, se dan cuando la familia forma un "bloque", una unión y sigue adelante recibiendo asesoría, sin ceder a los saboteos del hijo. No se desanime si él no quiere participar en los grupos de asesoría, esto es normal, es la negación. Lo importante es que usted como padre, madre, hermano, novio, esposa, participe: él vendrá después.
La psicóloga italiana Piera Piatti9 vivió la experiencia de un familiar adicto, recuperado posteriormente. Basándose en esta experiencia, ella propone algunas orientaciones, que han sido realizadas en el ámbito italiano y puestas en práctica en diferentes países, con algunas modificaciones. He aquí un resumen:
1. Ame a su hijo adicto
Este concepto del "amor" frente al toxicómano tiene una caracterización de "inteligencia". "El amor también es inteligente". "Ayudar quiere decir comprender, pero comprender no quiere decir dejarse engañar".
El joven tratará de engañarnos una y mil veces, y nosotros tenemos que estar atentos, amándolo con res¬ponsabilidad e inteligencia. La firmeza es una buena manera de amar al hijo adicto.
2. Evite humillarlo
Muchos padres creen que utilizando palabras soeces, hirientes, van a lograr resultados. Las humillaciones lo único que logran es proporcionarle una disculpa para que se continúe intoxicando.
3. No sea su cómplice
Es un hecho aceptado por los expertos, que hay coadictos o cómplices. Son familiares o amigos que de "buena fe" creen que asumiendo ciertos comportamientos frente al adicto le ayudan a salir del problema; sin embargo, lo que hacen es facilitarle el camino hacia el consumo. En el lenguaje de la psicología conductual se llama "reforzamiento"; en el enfoque sistémico "alianzas"; los Alcohólicos Anónimos los llaman "propiciadores" o "víctimas".
Veamos algunos ejemplos de comportamientos "cómplices":
Don Pedro es alcohólico. Llega tarde al trabajo el lunes a causa de una "borrachera" del domingo. Su amigo Juan "lo salva" terminando el informe de trabajo que debía presentar al medio día. Así don Pedro pudo cumplir con su trabajo ante el director.
Luis, el hermano de Julián, es consumidor de cocaína. Con frecuencia, recibe llamadas para que pague cuentas de un crédito que su hermano realizó. Julián no quiere "escándalos" y estima mucho a Luis, entonces procede al pago de sus cuentas.
Juan y Julián son los ejemplos típicos de los coadictos o cómplices. Son personas que en alguna forma sienten "ansiedad" ante la situación de su amigo o hermano, normalmente satisfacen su autonecesidad, se ayudan a sí mismos (sin ser conscientes de ello) salvando al adicto de las dificultades.
En el lenguaje psicoanalítico se podría hablar de un mecanismo intrapsíquico de defensa: la "proyección", un problema de mi "yo" se lo "paso" a la otra persona.
Los coadictos no permiten que el adicto sea responsable, que aprenda de sus errores. Si llega tarde el lunes al trabajo, que afronte las consecuencias de su "borrachera" de fin de semana. Si no pagó las cuotas del crédito asuma la responsabilidad y pague la deuda. Al resolverle los problemas causados por los psicoactivos, estamos dando a entender al adicto que puede estar tranquilo, sin preocupaciones, que siempre tendrá un ángel salvador, atento para sacarlo de apuros. Conviene ir cortando estas ayudas y no dejarse llevar por el papel de "víctima" que representa el drogadicto.
4. No ceda a los chantajes para acallar los propios sentimientos de culpa
Es un comportamiento semejante al anterior, pero ocurre sobre todo con el papá o la mamá. En algún mo¬mento uno de los padres comienza a culparse por la adicción del hijo: "Por no haberle dedicado más tiempo cuando estaba pequeño, ahora le pasa esto", "por haberme separado de mi mujer ahora...". Estos pensamientos hacen que la madre o el padre cedan ante el "chantaje" del hijo, quien intuyendo (no hay que olvidar que el adicto tiene una gran intuición) el punto débil de su progenitor, le pide dinero o le hace exigencias que el padre satisface rápidamente para tratar de acallar su "culpa" por la adicción de su hijo.
Recordemos lo dicho en el párrafo acerca de las causas de la adicción: Viktor Frankl, el creador de la logoterapia nos dice que: "Ante el destino adverso, es inútil preguntarnos ¿por qué a mí? Lo importante es dar una respuesta ante el destino, afrontarlo" y, en este caso particular, hacerlo con inteligencia, sin ceder a los chantajes para acallar los propios sentimientos de culpa.
5. Si acepta la terapia no lo culpe por una eventual recaída
Una fase que normalmente aparece después de la etapa de negación por parte de la familia es la de agresividad. ¿Por qué? Los familiares que llevan varios años sufriendo los estragos de la adicción, al comenzar, el joven, la terapia, quisieran "desquitarse" por el sufrimiento recibido y pueden volverse muy agresivos ante cualquier "falla" que cometa durante el tratamiento. Estos sentimientos deben manejarse con atención y entender que también dentro del proceso del tratamiento el joven puede tener "recaídas" en el consumo. Este hecho se puede aprovechar "terapéuticamente" por parte de los orientadores. No hay que desesperarse.
6) No se deje "envolver" en discusiones y dramas con el adicto
El adicto es un hábil manipulador; aprovecha cualquier ocasión para "descargar" la responsabilidad de sus comportamientos o la culpa que siente internamente en los otros. La persona, en lo más íntimo de su ser, se siente culpable de sus actos, sabe que otros están sufriendo a causa de ellos, por eso trata de provocar dis-cusiones y dramas donde buscará que el otro, al sentirse ofendido, reaccione violentamente contra él; de esta forma podrá pensar: "¿Se da cuenta?, por eso es que yo me drogo, me emborracho, usted es muy agresiva con¬migo, me ofende". Al caer en la trampa de la provocación del adicto, le permitimos que su "complejo de su culpa" se disminuya y él va a pensar: "Sí, realmente ellos son culpables de que yo actúe así, me tratan muy mal". Favorecer el aumento de su complejo de culpa, junto con otros factores lo lleva poco a poco a reconocer que sí necesita ayuda y tratamiento. Una buena forma para no dejarse "provocar", es utilizar la técnica timeout (tiempo fuera), que consiste en no prestarle atención en el momento de la discusión y dejarlo "hablando solo", aunque haya que abandonar el sitio donde él ha iniciado la provocación.
7. Demuestre con firmeza la resolución de negarse a convivir con la droga
Hay padres que no mantienen consistencia en la actitud para rechazar la adicción. Unos días son com¬placientes, permiten las "borracheras" y "orgías" de sus hijos y otros días son muy drásticos en sus decisiones. Es común ver un progenitor (normalmente el de sexo opuesto al del adicto) muy permisivo y el otro muy firme. Esta ambivalencia o doble mensaje va en contra de la recuperación de la persona. Los familiares deben formar un "bloque", una unión y ser firmes, mantener una decisión drástica de que no quieren seguir conviviendo con la droga, alcohol, o sustancia psicoactiva.
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